Hay dos consecuencias principales de romper un contrato antes de tiempo:
La primera es que puede pintarte como poco fiable. El propósito de un contrato es definir qué servicios serán proporcionados y qué pago habrá por esos servicios. Por ejemplo, si vas a la librería a recoger un libro nuevo de tu autor favorito, la tienda podría haber vendido todos sus ejemplares. Es probable que vuelvas a la tienda en el futuro. Sin embargo, si reservas un ejemplar del libro de antemano (un “contrato” menos formal), y no te guardan un ejemplar, ¿qué probabilidades hay de que reserves (o incluso compres) otro libro allí? ¿Le dirías a tus amigos sobre el problema?
La segunda cuestión depende de tu contrato. Muchos (la mayoría) de los contratos tienen una cláusula que cubre el incumplimiento de los términos contratados. Romper un contrato (o no cumplir los términos dictados) puede resultar en la pérdida del pago de los servicios, el pago de una multa u otras penalidades (esto depende absolutamente al 100% del contrato). Además, puede haber leyes en su ciudad/país en relación con esto; esto dependerá de dónde se encuentre. También es importante tener en cuenta que, dependiendo de las leyes del lugar donde se encuentre, ciertas partes del contrato pueden ser inaplicables. De nuevo, esto depende completamente de lo que diga el contrato y de las leyes de su ciudad/estado/país.
Por lo general no es aconsejable romper un contrato. Lea a su contacto para estar seguro de cuáles serán las consecuencias inmediatas, y considere si el riesgo de un golpe a la reputación vale la pena abandonar a su cliente por una oportunidad diferente.