Es vital ser un jugador de equipo, pero ser un jugador de equipo no significa que tengas que dar la vuelta para todos. Ser parte de los almuerzos de equipo de vez en cuando muestra que tienes la cortesía profesional de ser parte del grupo, pero que reconoces que también tienes tus propias prioridades.
Si siempre participas, corres el riesgo de enredarte en el pensamiento del grupo. Si no participas nunca, corres el riesgo de alejarte por completo del grupo. Parte de ser un profesional es saber tanto cómo liderar como cómo seguir. Incluso los mejores gerentes tienen que escuchar a sus subordinados, y los almuerzos de equipo son una gran manera de escuchar y ser escuchado. Aprovecha al máximo tu tiempo con ellos, y respetuosamente retiraos cuando no podáis hacerlo. Mantenerse alejado pero accesible le da la posibilidad de contradecir las ideas discutidas en el almuerzo si siente que son una mala decisión, así como lo mantiene conectado con las líneas de pensamiento de sus compañeros de trabajo.
Sobre todo, es importante ser honesto: dígale a su equipo, “Lo siento chicos, pero tengo un presupuesto”. No tienen que saber que el chile te dio dolor intestinal o que pensaste que viste los filetes de pescado moverse; ser consciente de tus propias responsabilidades es excusa suficiente.